Tres Principios sobre la autoridad de los ancianos en la iglesia – Matt Perman

Tres Principios sobre la autoridad de los ancianos en la iglesia – Matt Perman

Principio 1: La autoridad de los ancianos es limitada, no absoluta

John Stott comienza:

[Cita Marcos 10: 42-45] Así, los ministros cristianos deben tomar como modelo al Cristo que vino a servir, no a los gentiles (o los fariseos) que preferían ser señores.

Esto no es negar que alguna autoridad se adscribe al ministerio, sino más bien definirlo y limitarlo (por ejemplo, 1 Tesalonicenses 5: 12-13, 1 Timoteo 3: 5, Hebreos 13: 7).

Aquí Stott nos da el primer principio de la naturaleza de la autoridad mayor: es limitado. Es decir, los ancianos no tienen plena y absoluta autoridad sobre nadie en la iglesia, no importa qué, y no importa cuáles sean sus intenciones.

Principio 2: Los Ancianos Tienen Autoridad en la medida en que Afirman lo que Afirman las Escrituras

Si la autoridad de los ancianos es una autoridad limitada, ¿cuál es, entonces, el alcance y la naturaleza de su autoridad? 

Stott responde así como continúa:

“Es la autoridad que emana de la enseñanza sana y del ejemplo constante. Nunca es autoritario en la medida en que alguien intenta dominar la mente, la conciencia o la voluntad de otra persona. "No dominando sobre los confiados a vosotros, sino siendo ejemplos para el rebaño" (1 Pedro 5:3). Sin embargo, el señorío es exactamente lo que los fariseos estaban haciendo, manteniendo a la gente en sujeción bajo ellos.”

Hay enseñanzas bíblicas específicas sobre la naturaleza y limitaciones de la autoridad en la iglesia. Stott continúa:

Jesús expuso la tiranía de los fariseos llamando la atención sobre los títulos reveladores que amaban. Insistió en que en la iglesia estaba fundando tales títulos que no debían usarse: "Pero no debes ser llamado 'Rabí', porque tienes un Maestro, y todos sois hermanos. Y no llaméis a nadie en la tierra 'padre', porque tenéis un Padre, y él está en el cielo. Tampoco seréis llamados instructores, porque tenéis un Instructor, el Mesías "(Mateo 23: 8-10).

En otras palabras, nadie debe involucrarse en una relación padre-hijo de dependencia o en una relación maestro-servidor de obediencia incuestionable o una relación alumno-maestro de "aceptación acrítica". Cada una de estas actitudes es doblemente errónea.

Por otra parte, perturba la comunión cristiana: "Todos ustedes son hermanos". Por otra parte, asume derechos que pertenecen a Dios solo: "Tú tienes un Padre [sobre quien debes depender], y él está en el cielo" Un Instructor [a quien debes obedecer], el Mesías, y [Jesús podría haber añadido] que tienes un Guía [cuya instrucción debes seguir], el Espíritu Santo ".

La dominación del clero o de los ministros es una ofensa tanto a Dios como a la humanidad, a las tres personas de la Trinidad y a la comunión de los creyentes.

Principio 3: El Principal Propósito de la Autoridad de los Ancianos en la Iglesia es proteger a los miembros de la Iglesia del Abuso de Autoridad y Limitación de Su Libertad en Cristo

Entonces, ¿cuál es el papel de los ancianos?

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Es usar su autoridad para proteger la libertad de conciencia y autodirección de los miembros de la iglesia en oposición a cualquiera que quiera entrar y violar esto y lo haga sobre su pueblo.

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Además, es usar su autoridad para servir y edificar a la congregación al ser una fuente de ayuda para ellos en sus vidas cristianas, mientras que siempre sostienen la realidad de que la verdadera madurez en Cristo viene como personas son alentadas y facultadas para tomar sus propias decisiones (En vez de ser dicho qué hacer).

Y es señalar a la gente a la justicia principalmente a través de la influencia (no la autoridad) por medio de enseñar la palabra de Dios con claridad, precisión y pasión. Es por eso que Pedro contrasta con el liderazgo el liderazgo dominador con el ejemplo: "no dominar a los que están a tu cargo, sino que son ejemplos para el rebaño" (1 Pedro 5:3). 

Los ancianos deben dirigir principalmente por influencia, no por autoridad. Y cuando ejercen autoridad, es para estar dentro de los límites ordenados por Dios que hemos visto arriba.